violencia de género (gramatical)
Hay que sumar a estos, los periodistas de todos los medios afines al PSOE (cadena SER, el país, cuatro, la sexta…) y algún que otro infiltrado del resto. Y no acaba ahí la cosa, este mal uso del lenguaje ha dado el salto a las aulas y a textos legales que han nacido para su implantación.
En la ley orgánica 3/2007 de 22 de marzo para la IGUALDAD EFECTIVA DE MUJERES Y HOMBRES además de escribir siempre primero mujeres que hombres —¿casualidad, azar? no… serendipia¹— se leen y regulan cosas como estas:
1) La implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas (lenguaje sexista será el gramaticalmente correcto supongo).
2) El establecimiento de medidas educativas destinadas al reconocimiento y enseñanza del papel de las mujeres en la Historia (perfecto, está claro que se venía ocultando perversamente el papel de las mismas).
3) El deber de negociar planes de igualdad en las empresas de más de 250 trabajadores o trabajadoras (aclarado lo que es lenguaje no sexista).
4) Permiso de maternidad ampliándolo en 2 semanas para los supuestos de hijo o hija con discapacidad (otra muestra más de lenguaje no sexista).
Veamos lo que dice la RAE de todo esto: las palabras tienen género (y no sexo), mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género). No obstante, en los años setenta del siglo xx, con el auge de los estudios feministas, se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término género (ingl. gender) con un sentido técnico específico, que se ha extendido a otras lenguas, entre ellas el español. Así pues, en la teoría feminista, mientras con la voz sexo se designa una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se alude a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. Es en este sentido en el que cabe interpretar expresiones como estudios de género, discriminación de género, violencia de género, etc. Dentro del ámbito específico de los estudios sociológicos, esta distinción puede resultar útil e, incluso, necesaria.
Me parece perfectamente razonable. Ninguna mente retorcida puede ver persecución por parte de la Academia a ningún sexo aquí. Pero sigamos instruyéndonos un poco:
Los sustantivos en español pueden ser masculinos o femeninos.
Hay sustantivos epicenos que son los que, designando seres animados, tienen una forma única, a la que corresponde un solo género gramatical, para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente. Hay epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince) y epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz).
En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no sólo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El gato es un buen animal de compañía. Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras» (Excélsior [Méx.] 5.9.96). Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo —y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros.
Por último no entiendo por qué esa tirria por la «o» del maculino, si hay un montón de palabras de género masculino que terminan en «a»: el/la feminista, el/la socialista, el/la atleta, el/la cineasta, el/la guía, el/la logopeda, el/la terapeuta, el/la pediatra y un largo etc. A nadie se le ocurre decir el atleto o el pediatro...
Para qué perderé el tiempo copiando y pegando de la web de la RAE si a nadie le importa la corrección lingüística.
¹Un poco de humor: