insulto a la inteligencia
Sé que me granjea antipatías hablar positivamente de los toros, me ocurre cuando lo hago en público es por ello que lo hago lo menos posible así que prefiero hacerlo en este espacio que no lee nadie. Así evito perder alguna amistad que a fin de cuentas soy un ser social y no me puedo arriesgar al aislamiento por la defensa inútil de la fiesta.
No soy un gran aficionado a los toros, ni siquiera he ido nunca a una corrida —aunque me gustaría ir al menos a una— y sin embargo cada vez que leo textos antitaurinos como el que se publicó aquí, mi sangre se calienta y me entran ganas de venganza.
Una vez más se identifica ser facha o franquista con ser aficionado a los toros: una, grande, libre y taurina se titula semejante chorrada. Ese ataque está tan manido que ni me inmutó, la sangre se me empezó a calentar con afirmaciones de este tipo: la llamada fiesta de los toros es como la violencia doméstica uy qué mal va la cosa pensé inmediatamente, pero el autor no se conformaría con dejar las cosas ahí y prosiguió: taurinos y asesinos de mujeres siguen una pasión desbordante, irracional, que les arrastra a eliminar lo que aman. Y no sigo que igual vomito.
Hay gente que no tiene ni puta idea de los toros y por eso escribe semejante basura. Identificar, asociando maliciosamente taurinos y asesinos de mujeres, ya es el colmo, aparte de una estupidez suficientemente grave como para merecer perder su trabajo, olvida que las plazas también están llenas de mujeres aficionadas a la fiesta. Menudo gilipollas.
Y todo con la excusa de la vuelta a los ruedos de José Tomás, un auténtico paradigma del buen hacer frente al toro, el valor y la estética. Un maestro.
Yo no sé si el señor que escribió el texto que me revolvió las tripas ha comido alguna vez pescado, carne de vaca, de cordero, de cerdo, de pollo o marisco. Supongo que sí pero no estoy seguro. De lo que estoy seguro es que no sabe apreciar el arte, ni distinguir a un hijo de puta maltratador de un artista sublime.
Y digo que si no sé si habrá comido todas esas cosas porque igual él que tanto habla de tortura a los animales, igual él que tiene esa sensibilidad tan desarrollada ignora cómo se las gastan en los mataderos y en los pueblos de donde viene ese embutido tan rico, o cómo se las gastan en las granjas de pollos con animales en vigilia 24 horas al día con iluminación artificial y alimentados a base de antibióticos para que no enfermen, de donde viene ese pollo asado tan rico, o cómo se las gastan en las granjas de patos de donde viene ese paté tan rico o cómo se capturan los peces y cómo perecen muchos que no se comen y se devuelven al mar de donde viene ese pescaíto tan rico o cómo se da muerte a un pulpo de dónde viene ese pulpiño a la gallega tan rico, o cómo se atrapa el marisco con nasas que no son otra cosa que jaulas fatales de donde vienen —entre otros— esos centollos tan ricos o incluso cómo se cocinan: cocidos vivos. Por citar unos pocos.
Y que vengas tú ahora, un solemne gilipollas, a hablar de tortura de los animales en la fiesta, tú que ignoras o malintencioadamente olvidas todo lo anterior y que sobre todo dejas en el tintero que el toro no solamente puede ser indultado por su valor sino que además puede cobrarse la vida del que le enfrenta en la plaza con un capote y una espada.
Me has calentado. Hay gente con la que no puedo. Terminaré recordándote que del toro que muere en lidia se aprovecha todo y que su carne se prepara en los mejores restaurantes. No sea que te pienses que después de muerto esos hijos de puta sangrientos, torturadores de animales y seguramente maltratadores de mujeres lo tiran a un vertedero. Serás mamón.
No soy un gran aficionado a los toros, ni siquiera he ido nunca a una corrida —aunque me gustaría ir al menos a una— y sin embargo cada vez que leo textos antitaurinos como el que se publicó aquí, mi sangre se calienta y me entran ganas de venganza.
Una vez más se identifica ser facha o franquista con ser aficionado a los toros: una, grande, libre y taurina se titula semejante chorrada. Ese ataque está tan manido que ni me inmutó, la sangre se me empezó a calentar con afirmaciones de este tipo: la llamada fiesta de los toros es como la violencia doméstica uy qué mal va la cosa pensé inmediatamente, pero el autor no se conformaría con dejar las cosas ahí y prosiguió: taurinos y asesinos de mujeres siguen una pasión desbordante, irracional, que les arrastra a eliminar lo que aman. Y no sigo que igual vomito.
Hay gente que no tiene ni puta idea de los toros y por eso escribe semejante basura. Identificar, asociando maliciosamente taurinos y asesinos de mujeres, ya es el colmo, aparte de una estupidez suficientemente grave como para merecer perder su trabajo, olvida que las plazas también están llenas de mujeres aficionadas a la fiesta. Menudo gilipollas.
Y todo con la excusa de la vuelta a los ruedos de José Tomás, un auténtico paradigma del buen hacer frente al toro, el valor y la estética. Un maestro.
Yo no sé si el señor que escribió el texto que me revolvió las tripas ha comido alguna vez pescado, carne de vaca, de cordero, de cerdo, de pollo o marisco. Supongo que sí pero no estoy seguro. De lo que estoy seguro es que no sabe apreciar el arte, ni distinguir a un hijo de puta maltratador de un artista sublime.
Y digo que si no sé si habrá comido todas esas cosas porque igual él que tanto habla de tortura a los animales, igual él que tiene esa sensibilidad tan desarrollada ignora cómo se las gastan en los mataderos y en los pueblos de donde viene ese embutido tan rico, o cómo se las gastan en las granjas de pollos con animales en vigilia 24 horas al día con iluminación artificial y alimentados a base de antibióticos para que no enfermen, de donde viene ese pollo asado tan rico, o cómo se las gastan en las granjas de patos de donde viene ese paté tan rico o cómo se capturan los peces y cómo perecen muchos que no se comen y se devuelven al mar de donde viene ese pescaíto tan rico o cómo se da muerte a un pulpo de dónde viene ese pulpiño a la gallega tan rico, o cómo se atrapa el marisco con nasas que no son otra cosa que jaulas fatales de donde vienen —entre otros— esos centollos tan ricos o incluso cómo se cocinan: cocidos vivos. Por citar unos pocos.
Y que vengas tú ahora, un solemne gilipollas, a hablar de tortura de los animales en la fiesta, tú que ignoras o malintencioadamente olvidas todo lo anterior y que sobre todo dejas en el tintero que el toro no solamente puede ser indultado por su valor sino que además puede cobrarse la vida del que le enfrenta en la plaza con un capote y una espada.
Me has calentado. Hay gente con la que no puedo. Terminaré recordándote que del toro que muere en lidia se aprovecha todo y que su carne se prepara en los mejores restaurantes. No sea que te pienses que después de muerto esos hijos de puta sangrientos, torturadores de animales y seguramente maltratadores de mujeres lo tiran a un vertedero. Serás mamón.
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