Gracias a una generosa y apreciada atención de
*8)K, tengo entre mis manos lo último de Nacho Vegas.
Disfruté como un niño pequeño quitándole el envoltorio y pasé con entusiasmo pueril por cada una de las páginas de un librillo que está, por cierto, muy cuidado.
Pero el disco no está tan bien, ojo, no está tan bien como
desaparezca aquí, las comparaciones son odiosas, pero uno siempre compara las obras con su inmediato antecesor, porque la porquería esa que hizo con la estúpida aquella no se puede contar como trabajo. Y claro, aquel álbum se empieza a postular insuperable.
Con todo, el disco es fantástico, y hay dos o tres canciones que son una auténtica maravilla. El sonido de Nacho ha pegado un giro y su manera de cantar también pero —y afortunadamente— no lo ha hecho de manera radical.
En fin, cómprenselo, merece la pena. Sin duda.